Madre y Reina de la Anunciación: a Tu corazón de Madre entrego mi alma, mis pensamientos, recuerdos, imaginaciones, deseo y temores.

Recibe mi corazón que sea un solo palpitar con el tuyo, mi cuerpo con tus sentidos. Quiero mirarte Madre con gratitud.

Te entrego mi lengua, que en cada frase que pronuncie repita: “Soy todo tuyo”. Quiero pedirte más amor para el Santo Padre, para la Iglesia, para todos mis hermanos.

Madre bondadosa desde hoy quiero vivir contigo, que tú dirijas mis pasos y deseos y para eso al iniciar una acción me diré: ¿Cómo lo haría María?

Te entrego mi vida espiritual, que sea un vivir en el amor del Espíritu Santo para todos mis hermanos.

Así sea.

V. Reina del cielo alegrate; aleluya.

R. Porque el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.
V. Ha resucitado segun su palabra; aleluya.
R. Ruega al Señor por nosotros; aleluya.
V. Gozate y alegrate, Virgen Maria; aleluya.
R. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor; aleluya.

Oremos:

Oh Dios, 
que por la resurreccion de tu Hijo,
nuestro Señor Jesucristo,
has llenado el mundo de alegria,
concedenos, por intercesion de su Madre,
la Virgen Maria,
llegar a alcanzar los gozos eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amen.

Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, si la vida y caridad de vuestra sierva Madre María Berenice os fue acepta y grata, atended a nuestra presente necesidad... (pide con humildad al Señor la gracia que deseas alcanzar)

Oh augusta Trinidad, humildemente postrados en vuestra Divina Presencia os suplicamos la gracia de verla reconocida por la Santa Iglesia y propuesta como ejemplo a quien imitar en sus virtudes.

Nuestra Señora de la Anunciación que la vida de Madre María Berenice siga siendo anuncio del Evangelio de tu Hijo.

Así sea.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria

A vos recurrimos en nuestra tribulación, oh bienaventurado José y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio, por el grande afecto que os unió a la Santísima Virgen Inmaculada, Madre de Dios; por el paternal amor con que rodeasteis al Niño Jersús, os suplicamos encarecidamente miréis benigno la herencia que Jesucristo adquirió al precio de su sangre y nos asistáis con vuestro poder y auxilio en nuestras necesidades.

Proteged, Oh sapientísimo guardián de la Divina Familia la raza escogida de Jesucristo; preservadnos, Oh Padre amantísimo de toda mancha de error y corrupción; sednos propicios, asistidnos desde las alturas celestiales, oh poderosísimo libertador, en el combate que sostenemos con el poder de las tinieblas; así como en otro tiempo arrancasteis al Niño Jesús del peligro de la muerte, defended hoy a la Santa Iglesia de Dios de las emboscadas del enemigo y de toda adversidad. Guardadnos a cada uno de nosotros bajo vuestra protección,a fin de que animados por vuestro auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir y obtener la gloria eterna del cielo.

Así sea.